martes, 3 de junio de 2008

NUEVAS ÉPOCAS. Cuando los hijos deciden marcharse

¿Llegó la hora de decir adiós?
CADA VEZ ES MÁS COMÚN QUE LOS JÓVENES DECIDAN DEJAR EL NIDO FAMILIAR SIN NECESIDAD DE CASARSE O IRSE DEL PAÍS. ¿QUÉ CONSECUENCIAS TRAE ESTO?"
Por Jimena Villavicencio
"Mamá, papá. Me voy de la casa". Aquella es tal vez una de las frases a la que los padres --por lo menos en nuestro país-- temen más. Y es que cuando esto sucede y los motivos del alejamiento (supuestamente prematuro) no son porque el hijo en cuestión iniciará su propia familia ni por emigrar al extranjero, muchas dudas y lamentos invaden a los progenitores... y también a sus descendientes. Los primeros sienten la ruptura del nido familiar y los segundos, la incertidumbre de una futura y verdadera independencia.

LA LEY DE LA VIDA"Es parte del crecimiento y se debe entender como un evento completamente natural", asegura la psicóloga Silvia Ochoa Rivero, especialista en temas de familia. De hecho, cualquier cambio relacionado con los temas de la independencia de los hijos es una transformación y emergen diversas emociones para los padres y, más aun, para la madre. Sin embargo, esa naturalidad con la que deberían responder es difícil que se dé, sobre todo por un tema generacional y de cultura: en años pasados nadie se iba de su casa si no era cuando contraía nupcias. Por ello, muchos de los padres pueden ver esa decisión como algo amenazante, hasta para su propia identidad. "El rol paternal y maternal define en gran manera a los progenitores, olvidándose hasta de lo que realmente son. De ahí el miedo cuando el hijo busca irse", asegura el psicoanalista Tomás Angulo, de la organización Papás para Siempre. Si no tengo a mi hijo al costado, ¿entonces quién soy?

¿CÓMO HACER?Lo primero por aclarar es que un muchacho nunca debe irse en un momento de crisis. "En estos casos, no se les da el tiempo a los padres de asimilar el cambio y, por su parte, el hijo siente que no puede contar con su familia, lo que le crea inestabilidad", agrega Ochoa Rivero. Por ello, lo más saludable es que se hable naturalmente del tema entre todos y que se haga con aceptación. "No vamos a negar que es un proceso que dolerá, y por ello se requiere poner los sentimientos en palabras y liberar los afectos. Un padre debe reconocer que se va a tener pena, pero no por eso retendrá a los hijos más allá de los plazos. Aun mejor, es el momento de ser amigos, ya que pueden llegar a comprenderse más y a tener mayores temas en común. Es ideal que en esta época se establezca una relación horizontal", finaliza la psicóloga Ochoa.

Y si en caso los padres sientan que son muy dependientes de los hijos, les tocará redefinir su vida. Al respecto, Angulo precisa que ahí la mudanza será beneficiosa también para los progenitores. Eso sí, siempre hay que dejarle entender al joven que las puertas estarán abiertas si desea regresar y que no se sienta fracasado si lo hace. Se debe precisarles que el camino que van a iniciar no es fácil, que estarán para ellos siempre y hacerles comprender que la paternidad es para toda la vida.

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